Que hacer en caso de asfixia


La asfixia se produce cuando el aire no puede introducirse en los pulmones y la sangre circulante no recibe oxígeno. La falta de oxigenación de los tejidos podría producir un daño cerebral irreparable, riesgo que se puede evitar recurriendo a la respiración artificial. La respiración artificial tiene varias modalidades. La más práctica en una reanimación de urgencia es el procedimiento boca a boca. El procedimiento es como sigue:
En primer lugar, quien reanima se asegura de que no hay un cuerpo extraño que tapone las vías y si lo hubiera, lo retira.
Coloca la cabeza de la persona accidentada inclinada hacia atrás para que la lengua no tape la laringe. Para hacer esta operación correctamente, con una mano se tira hacia arriba de la barbilla mientras que con la otra se mueve hacia atrás la frente.
El reanimador sopla aire a presión en la boca del herido con el fin de llenar sus pulmones. A continuación tapa los orificios de la nariz haciendo pinza con los dedos, inspira profundamente, aplica su boca a la de la víctima y sopla enérgicamente hasta comprobar que el tórax está lleno; posteriormente se aparta y se asegura de que el herido expulsa el aire.
Estas acciones se deben seguir haciendo periódicamente a un ritmo de 20 veces por minuto en un niño o niña y 12 veces por minuto en personas adultas.
En el caso de que las vías respiratorias no estuvieran libres, el reanimador revisará la postura de la cabeza de la persona accidentada. Si no lo consigue así, se coloca el cuerpo de costado (decúbito lateral) y se golpea en la zona comprendida entre los omóplatos, acción que despejará los bronquios. Tras esto se reanuda la respiración boca a boca.

Si el boca a boca no ha resultado, se puede recurrir a la maniobra de Heimlich o abrazo del oso. Ésta técnica se ha desarrollado para tratar a personas con las vías respiratorias obstruidas por causa de un cuerpo extraño y consiste en la aplicación de una presión súbita sobre la zona abdominal del accidentado.
El aumento de presión abdominal comprime el diafragma y éste los pulmones, que expulsan aire a gran velocidad y mucha presión y, de paso, dejan libres las vías respiratorias.
La realización varía según la posición del paciente. Si está de pie, nos situaremos a su espalda, le rodearemos la cintura con los brazos y con las manos entrelazadas, presionaremos con fuerza y de manera brusca hacia atrás y hacia arriba entre el ombligo y la caja torácica.
Si el paciente está tumbado, se presionará sobre la zona abdominal, procurando no apretar las costillas, que se podrían fracturar, especialmente si se trata de ancianos o niños.
Es importante que la respiración artificial se siga realizando hasta que el herido pueda respirar sin ayuda o hasta que se declare su muerte. Incluso si el paciente recupera la respiración, conviene observarle porque se pueden producir nuevas complicaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario